Se dice las cosas improvisadas son las que mejor salen y en este caso se ha cumplido. En plena pre-celebración de final de año y cuando la cerveza empezaba a acompañar el almuerzo apareció el tan famoso -a que no tienes guevos de...- y sin verlo ni comerlo estabamos camino de Sevilla para correr la San Silvestre. La culpa de todo la tiene Manuel por decirlo, Marcos por acompañarnos y yo por seguirles la corriente, pero quizás el peor de todos es aquel que no estaba presente y que con una llamada se apuntó al asunto, Juan José.
Unas 700 personas según la organización, piernas frias, estomago demasiado lleno y ganas de bromas era lo que había en la salida, con 4 kms por delante a recorrer.
Los piques tambien aparecen e final de año, así que cada uno como pudo terminó la prueba y llegó en el menor tiempo posible.
Cada vez me gustan más estas ideas express.
Adiós 2008 que tantos buenos recuerdos me deja.